martes, 25 de mayo de 2010

Invierno difícil para las focas en Holanda.


Un gran número de focas comunes (Phoca vitulina) y grises (Halichoerus grypus) que viven en las costas del noreste atlántico, especialmente las del mar de Wadden (Norte de Holanda), sufren cíclicamente cada otoño-invierno graves infecciones de gusanos pulmonares con alta mortalidad.

Cada año, cientos de estos animales son atendidos en el Seal Rehabilitation and Research Centre Lenie´t Hart (SRRC) de Pieterburen, Holanda. Es el centro de recuperación e investigación de referencia respecto a focas en Europa, trabajando para su recuperación y conservación desde hace 40 años. Durante el invierno 2009-2010, un excepcional número de casos de parásitos pulmonares han sido atendidos en el centro, batiendo su propio récord con cerca de 600 focas, solamente, durante los meses de invierno. Llegando a situaciones extremas en el centro como a finales de enero atendiendo a casi 230 focas al mismo tiempo.

La infección parasitaria, provocada por dos tipos diferentes de nemátodo, provoca neumonías secundarias, obstrucciones mecánicas de las vías respiratorias, y destrucción del tejido pulmonar, entre otras lesiones, que en muchos casos conducen a la muerte del animal. Desde el SRRC de Pieterburen, el equipo veterinario, ayudado por cuidadores y voluntarios, aplicando un intenso tratamiento, cuidados intensivos, y extremas medidas de higiene, han conseguido reducir el porcentaje de mortalidad a menos del 19%, dato excepcional comparado con otros centros similares con la misma problemática en todo el mundo.

Las focas son cada año más sensibles a la enfermedad, multiplicándose así cada temporada el número de animales atendidos en el centro. La causa no es bien conocida e influyen diferentes factores, como el debilitamiento del sistema inmune a causa de la creciente polución del mar, otras enfermedades víricas subyacentes, el cambio climático, que causa cambios en las poblaciones de peces portadores de las larvas de los parásitos, o la continua reducción de alimento en el mar debido a la actividad pesquera.

S.R.R.C.-Pieterburen, que colabora estrechamente con la Fundación CRAM y compartiendo su filosofía, desea concienciar a la sociedad de esta problemática, y seguirá luchando por la conservación de la fauna salvaje amenazada con la ayuda de todos.

Fernando Alegre, DVM
Veterinario del SRRC-Pieterburen y colaborador de la Fundación CRAM
www.zeehondencreche.nl

sábado, 8 de mayo de 2010

El mar vuelve a estar de luto.


Hasta hoy, 35 tortugas han aparecido muertas en diversas playas y zonas costeras del Golfo de México, así como dos alcatraces muertos cubiertos de petróleo. Son las primeras consecuencias de los casi 800.000 litros diarios de petróleo, más de 5.000 barriles de crudo, que están invadiendo el mar de la costa de Luisiana desde que el pasado 20 de abril explotara la plataforma petrolífera Deepwater Horizon, cobrándose la vida de once trabajadores.

Sin embargo, las consecuencias a largo plazo son casi incalculables ya que la explosión ha sucedido en un lugar de gran riqueza biológica, fruto de una complejidad de ecosistemas que mezclan islas con fondos arenosos formando barreras y marismas fangosas. Por ello, se estima que los efectos podrían ser desastrosos y muy duraderos si el petróleo llegara a las zonas más fangosas porque resultan áreas difíciles de limpiar.

Este combustible es muy tóxico para el medio ambiente por lo que puede que los efectos de este vertido persistan durante décadas. De hecho, aún se puede encontrar restos del desastre del Exxon Valdez de 1989, el vertido más catastrófico de los océanos de EEUU. Unos 2.000 km de costa virgen fueron contaminados, matando miles de aves, nutrias y focas. Unas 250 águilas y 22 orcas fueron víctimas de este vertido. Según los expertos se calcula que el desastre del Golfo de México sobrepasará el de Exxon Valdez.

La compañía BP, responsable de la plataforma, ha comenzado la instalación de una enorme campana de acero y cemento de 12 metros de altura encima de las fugas del oleoducto a 1.500 metros de profundidad. Si la operación se realizara con éxito se podría recolectar hasta el 85 por ciento del vertido tóxico. Sin embargo, de momento no se ha podido evitar que la mancha de crudo llegue a la costa de Luisiana, tiñendo las aguas del arrecife de las islas Chandeleur, zona protegida dentro del Parque Natural de Breton. Esto significa que la mancha está a unos 40 kilómetros del delta del río Misisipi desde donde, por esta época, empiezan a salir los pescadores en la temporada de la gamba. Esto supone un gran revés a la economía del país ya que la mitad de la gamba desembarcada en EEUU proviene de esta zona.

Entre 400 y 600 especies están amenazadas por la aparición de la enorme mancha de petróleo que avanza sin freno por la costa de Luisiana. La costa del Golfo y sus marismas son el hogar de numerosas especies de animales, como manatíes, tortugas marinas, delfines, ballenas, marsopas o pelícanos. Además, es una de las zonas de pesca más ricas del mundo, con una industria valorada en 1.800 millones de dólares. No debemos olvidar que una especie ya excesivamente castigada, como es el atún rojo, utiliza esta zona como lugar de reproducción. Además, es zona de paso para millones de aves migratorias.

Por ello, cuando se estima que BP tendrá que pagar unos 2.700 millones de euros por limpiar el vertido, la Fundación CRAM quiere hacer incapié en que no sirve pagar y cumplir con lo políticamente correcto sino que debemos tomar las precauciones necesarias para que no se vuelvan a repetir los mismos errores una y otra vez. Esos 2.700 millones no podrán restaurar todo el daño que va a sufrir este frágil eosistema de la costa de Estados Unidos. Ya que parece evidente que cada vez se busca extraer petróleo en aguas cada vez más profundas, CRAM insiste en que acceder a estos lugares implica mayores riesgos y por lo tanto mayores consecuencias medioambientales. Por ello apostamos una vez más por la necesidad de crear un modelo energético más limpio y seguro, que proteja la riqueza de nuestros mares.