El pasado viernes los servicios de emergencias del CRAM recibieron una llamada de alerta del Club de Vela del Puerto Olímpico de Barcelona para atender a una tortuga boba (Caretta caretta) que se encontraba flotando en sus inmediaciones.
A su llegada los veterinarios del CRAM encontraron a una hembra de 69 cm de longitud de caparazón y 58.8 kg de peso que presentaba una estrangulación grave de la aleta anterior izquierda por un sedal grueso y una cuerda de rafia enredada también alrededor de la cabeza y parcialmente ingerida.
Hecho que demuestra, una vez más, los devastadores efectos que la contaminación marina tiene en las tortugas, pudiendo provocar su muerte por ingestión, enmallamiento o estrangulamiento.
En estos momentos, la tortuga, que fue bautizada por los voluntarios con el nombre de Arare, se encuentra bajo tratamiento y observación veterinarios. El equipo del CRAM le llevará a cabo radiografías valorará si la estrangulación es tan grave como para amputar la extremidad.
A su llegada los veterinarios del CRAM encontraron a una hembra de 69 cm de longitud de caparazón y 58.8 kg de peso que presentaba una estrangulación grave de la aleta anterior izquierda por un sedal grueso y una cuerda de rafia enredada también alrededor de la cabeza y parcialmente ingerida.
Hecho que demuestra, una vez más, los devastadores efectos que la contaminación marina tiene en las tortugas, pudiendo provocar su muerte por ingestión, enmallamiento o estrangulamiento.
En estos momentos, la tortuga, que fue bautizada por los voluntarios con el nombre de Arare, se encuentra bajo tratamiento y observación veterinarios. El equipo del CRAM le llevará a cabo radiografías valorará si la estrangulación es tan grave como para amputar la extremidad.
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