martes, 1 de septiembre de 2009

Polémica por el parque eólico marino de Chipiona

La aprobación de un nuevo parque eólico marino en Chipiona (Cádiz) ha vuelto poner de actualidad el debate entre los que creen ciegamente en las bondades de la energía eólica y los detractores que sugieren que su afectación en el medio ambiente es demasiado elevada.



En este caso, el proyecto de Las Cruces del Mar supondrá la generación de unos 1.000 megavatios anuales y, teniendo en cuenta que cada kilovatio de electricidad generada por energía eólica en lugar de carbón evita la emisión de 0,60 kg de CO2, los beneficios en la lucha contra el cambio climático son innegables.



No obstante, hay afectaciones en el medio marino que hay que tener en cuenta. La resolución 7.5 de la Convención para la Conservación de Especies Migratorias de Bonn del 2002 remarca distintos aspectos de un proyecto de energía eólica offshore que pueden tener afectaciones en la fauna marina:

- la destrucción o distorsión de las áreas de alimentación, reproducción y descanso de determinados animales.

- el incremento del riesgo de colisión de las aves.

- los campos magnéticos y eléctricos causados por los cables de conexión.

- la emisión de ruido y vibraciones dentro del agua.


Así pues, cada proyecto de energía eólica marina debe tener en cuenta estos aspectos para minimizar su afectación sobre las especies que habitan la zona. En este caso, la organización ecologista Oceana ya ha asegurado que el parque de Las Cruces del Mar se sitúa sobre “fondos arenosos de escaso valor ecológico” y que, de hecho, se trata de un área apta para esta actividad según el Ministerio del Medio Ambiente.



Según un comunicado de prensa de la misma organización, “con las observaciones que se recojan sobre el terreno y tras haber mantenido conversaciones con los diferentes agentes implicados en las últimas semanas, Oceana presentará una propuesta de conservación medioambiental para toda esta zona”. Así pues, cabe esperar los resultados de este estudio para valorar detalladamente el impacto de un proyecto que conlleva una inversión de 2.500 millones de euros y en el que participan la empresa Magtel, la Universidad de Cádiz y el Ayuntamiento de Chipiona.

Roger Valls, prensa de la Fundación CRAM

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