martes, 27 de abril de 2010

Un hallazgo sin precedentes en CRAM.

Cada vez que suena el teléfono de emergencias de la Fundación CRAM, nuestro equipo de veterinarios responde alerta ante cualquier llamada que nos avise del varamiento o avistamiento de alguna especie marina. Pero la llamada que recibimos el domingo nos alertaba de la presencia de una especie poco frecuente en las actuaciones que solemos realizar: un calamar.


Se trata de un calamar volador (Todarodes sagittatus) de cuerpo alargado, con esqueleto interno o pluma y una bolsa de tinta de color oscuro. Su coloración es clara, salpicada con pequeñas manchas de color violeta que se oscurece cuando se saca al animal fuera del agua. Y si algunos os preguntáis por qué nos trasladamos hasta las costas de Cunit para recoger a un calamar que aparecía muerto a la orilla de la playa, la repuesta es sencilla. Este calamar volador medía, ni más ni menos, que 140 cm.

En general, los ejemplares de esta especie que viven en el Mediterráneo suelen medir entre 20 y 25 cm de largo. Sólo los que viven en el atlántico pueden llegar a medir 75 cm. Además esta especie es meso-pelágica, lo que significa que no suelen encontrarse por encima de los 100 metros de profundidad. La mayoría de estos animales nadan entre los 400 y 800 metros de profundidad. Incluso se ha observado que el tamaño medio del manto aumenta según la profundidad indicando una posible migración ontogénica, o lo que es lo mismo, una migración que depende de la edad del animal, cuanto mayores se hacen habitan por espacios más profundos. Así que este espécimen ha sido un hallazgo de lo más curioso para nosotros.


A pesar de su tamaño, no constituye ningún tipo de peligro ni amenaza para los bañistas y la aparición de este animal ha sido un hecho puntual y fortuito. Eso sí, es una especie de interés pesquero muy apreciada gastronómicamente.

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